Quiero soñar que me despierto. Así, cuando reaparece ese monstruo del espejo, y vuelvo a ver esa figura retorcida, deforme, con los dientes afilados y la lengua azul, la piel escamosa, fría y gris, ojos en blanco... cuando la vuelva a ver, podré estar tranquila de que sólo es sueño.
Porque a veces nos despertamos de verdad; nos lavamos la cara en agua fría para quitar el sudor del terror de la pesadilla, y al quitar la toalla de la cara, el monstruo sigue ahí.
Ahí donde siempre estuvo.
Donde debería estar yo.