13/11/13

No regrets

She hid her face in her scarf so he wouldn’t see her beaming as she left. It had been a while, she thought. Once the door was safely shut behind her, she let the bounce take over her step and skipped down the street without a care in the world.

21/3/13

Tu espalda


Mis ojos recorren la suave sombra de tu dorso desnudo. Estrecharía la mano para volver a recorrer tu piel con las yemas de mis dedos, pero hace tiempo que no alcanzo. Pasaron los días, y tu espalda siguió a la vista. Pasaron los meses, y tu espalda siguió a la vista. Erguida, levemente curvada, más suave que las sábanas que aparta. Ensoberbeciéndome como siempre, aunque sea desde una cama ajena.
Pasaron los años, y tu cara ya es imprecisa, borrosa en un mar de quisieras y no-quisieras, pero aparto con mano ansiosa la niebla de la memoria y hallo, al instante, la nitidez y belleza de tu espalda.

1/3/13



Querido Tú:

Recuperaré lo mío y escamotearé aquello cuyo valor te era imperceptible. Espero que te trague el vacío rencoroso.

Con amor (u odio -ya no los distingo),

Yo.

19/2/13

Amor

Hay cosas cuyo valor descomunal nos empuja a creer que no tienen precio. Pero a ti, cariño, te vendería por un par de chicles. Y quizás con uno (fuerte, de eucalipto) me dé por satisfecha.

17/2/13

"Now pass the blame and don't blame me"


And thus it came to pass,
That wading in the mean
Sharpened trickle of the dreamy stream,
I felled the wall
And disclosed all,
To a complete and utter arse.

And yet-
AND YET-
Perhaps all is not the whole.
Could there still be some clumps of soul,
Still clinging like the smell of mould?
I doubt it not,
For there is one
And only one
Who really should be shot.
A tender heart-shaped ticking clock,
A time-bomb waiting for the shock
Of reality;
That is to say, me.

14/2/13

"Most everyone's mad here"


'Cheshire Puss,' she began, [...] 'Would you tell me, please, which way I ought to go from here?'
'That depends a good deal on where you want to get to,' said the Cat.
'I don't much care where-' said Alice.
'Then it doesn't matter which way you go,' said the Cat.
'- so long as I get *somewhere*,' Alice added as an explanation.
'Oh, you're sure to do that,' said the Cat, 'if you only walk long enough.'


---L. Carroll, Alice in Wonderland.



Hoy de repente me acordé de la contraseña.

No sé qué me impulsó a adentrarme de nuevo a esta madriguera mal ventilada. Quizás la necesidad de abrir la ventana. De alegrar lo mustio. De mustiar lo alegre.

Quizás volví por San Valentín.

Quizás es porque encontré un hueco de donde una persona querida me fue extirpada, un hueco que me hace consciente de los llenos. No obstante, el reconocimiento no me termina de capacitar para expresar lo que significan esos llenos. Y aún hay espacio por colmar. Colmo que conducirá al vaciado. Vaciado de personas, de nombres, de holas, de adioses, de todos los malgastados "te quieros" que lancé a diestro y siniestro.

Nada es permanente. A ti, que te amé con todo mi ser, te he olvidado hasta el olor. Así que ventilo.

Cambiaré la contraseña, a ver si consigo olvidarme también de ella.

10/1/11

Autoretrato.

Ella era de las que convivía con una gran rata fétida en el estómago. Siempre hambrienta, siempre insatisfecha, con un sabor a vómito en las ideas, escupiendo verborrea por esas bocas secundarias que poseía en los codos. Los ojos estaban apagados y las orejas tenían fallo de fábrica. Pero aún así quedaba un trozo de hermosura en algún rincón oculto de su ser. Un pequeño mordisco de bondad que la rata defecadora no llegó a zamparse. Lo veías de vez en cuando en una sonrisa, y las pocas ocasiones en que los ojos se encendían y destellaban, vivos, agradecidos de encontrar una luz exterior.

Pero nunca duraba mucho: la rata estúpida amargada se despertaría y se pondría por medio escupiendo bilis y rasgando el contorno. Y si no apartabas la mirada sólo verías magulladuras, heridas, una distorsión esperpéntica de una belleza envilecida resignada a vivir enmascarada.

12/11/10

BARBIE

Era una vez una hoja, de entre muchas hojas

en un arbol...

todas muy verdes y vivas.

hasta q llega el otoño.

todo viró rojo y cayeron

YO

pero una vez en el suelo, les salieron patas

y echaron a correr por la ciudad

una tras otra, en grupitos de 5, de 7 y de 13

y la súbita sensación de libertad se les subió a la cabeza

y se dispersaron por toda la ciudad a lo loco

algunas no se vieron más, y se dieron por perdidas

otras, no paraban de andar en los mismo círculos

pero hubo una hoja que no cayó del árbol.

era una hoja pintada por un niño en rotulador rojo

y aunque tenia el color de otoño, no podía despegarse del arbol

porque no era una hoja de verdad

y ahí se quedó año tras año, mientras que cada otoño pasaba lo mismo:

todos sus hermanos caían, les salían patas, y se volvían locos como cabras

y esta hoja pintada solo podía mirar desde su soledad incomprendida

hasta que un día, un hombre joven pasaba cerca del árbol y se paró en seco

y se acordó de un día cuando era pekeño que dibujó una hoja

y buscó en su bolsillo, y encontró otro rotulador rojo

y dibujó más hojas

3/11/10

La hora muerta.

De entre las últimas hojas alzaba ocasionalmente la vista. Normalmente para mirar la puerta, a veces la ventana. No mostraba nada, ninguna emoción. La única vida interpretable se desencadenaba a lo largo de las páginas de su libro.

Era la hora muerta, pero de la tarde, y su café era lo único que íbamos a cobrar antes de las cuatro. Aun así, me resultaba incómodo tenerla ahí ocupando mesa, su vaso vacío dejado de lado, sin mover un maldito músculo excepto para pasar las páginas y parpadear.

¿Esperaba a alguien? Ni idea. Si acaso esperaba, nadie venía. ¿Quién vendría? Yo desde luego no hubiera querido pasar ni un minuto con una mujer tan fría, una estatua, hermosa sí, pero estatua. Prefiero, ante la dicotomía, a las feas cálidas, una mujer que te envuelva en sus pasiones, aunque no tenga un reflejo digno de maldición.

Me daba escalofríos; como si tuviera demasiado cerca un ángel de muerte. Sólo podía dar las gracias que no me miraba nunca a mí.

Cuando entró para empezar su turno, me dirigí a mi compañera.

--Pregúntala si quiere tomar algo más.

--¿A quién?

--La chica ahí sentada leyendo.

--¿Qué chica?

Miré para señalarla. No había ni chica, ni libro, ni vaso vacío. Sólo un tremendo chirrido de frenos en la calle, un choque metálico, y los primeros gritos.

15/10/10

Una carta vacía, un blanco ausente que revienta de todo lo que queda por escribir entre líneas. Borro las erratas con la sonrisa, y compenso el vacío con una risa naturalmente forzada.