Espejos ocultos de añicos robados,
ahí, sí,
ahí su cara verás sonriente,
su dientes brillantes,
sus ojos tapados por mares y amares,
la lengua rozando palabras,
más suaves que seda,
cortando diamantes.
Miro buscando reflejos de espejos
robados de añicos ocultos en manos
sagradas sangradas
dotadas de vuelo y duelo.
Me miras, ahí, a mí:
me miro. Me miro contigo en mente,
y duele, te miro y veo un abismo
vacío que nutre el gusano
que roe por dentro lo bueno,
lo malo,
lo mío,
lo tuyo.
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