Estoy preparando mi maleta -un poco temprano, eso sí- pero no quiero olvidar nada. Quiero recordar todo. Quiero ir contenta sabiendo que puedo volver, o no, según quiera. Quiero llevar los sabores de estos últimos meses -los más importantes según mi juicio infantil de carpes diems-, de los años todos, junto con sus memorias retorcidas para bien o mal. Quiero llevar el olor de jazmín que tenemos en el cuarto de baño pero también el olor de mierda. Quiero llevarte en mi bolsillo, a tí y tanta gente... Quiero llorar. Quiero reir. Quiero un vaso de chocolate solidario y galletas de anacardos. Quiero peinarte con mis dedos a pesar de que el cepillo me ponga mala cara. Quiero luchar. Quiero construir. Quiero contar a tu lado los tres copos de nieve que puedan caer en invierno. Y tantas cosas....
Por eso me llevo la piel de gallina que se estremece ante tu ternura. Me llevo el dolor de abdominales causado por los ataques de risa imparables. Me llevo tu peso muerto y relajado en mis brazos. Me llevo la inseguridad de querer hacer lo que necesitas. Me llevo la sonrisa más triste y amante del mundo. Me llevo las lágrimas de agradecimiento. Me llevo las horas sin dormir por pensar tanto en las sensaciones coloridas que produces en mí. Me llevo las ovejas blancas, negras, verdes, rojas, y ROSITAS. Me llevo la fresa más ácidamente suculenta del mundo. Me llevo la pitufa azul. Me llevo gatos y perros y bichos. Me llevo bubus, babas, bebes, bobos varios. Me llevo pechuga de pollo de lechuga. Me llevo conguitos. Me llevo un Sol y un solete, y la noche negra centellada. Me llevo mi inmadurez en un tuperware. Me llevo un intento de madurez como abrigo. Me llevo el miedo de manta y el valor de ropa interior, o quizás era al revés. Espero no pasar frío en las noches eternas y solitarias donde es difícil ver las estrellas a través de tanta luz artificial.
Dejaré la maleta abierta, hay más cosas para meter que hoy no me da tiempo, otras que aún no he sentido. Menos mal que no hay límite de peso, que sino tengo que dejar atrás mi alma entera. Y el corazón.
Huir no es la respuesta que yo buscaba.
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