3/11/10

La hora muerta.

De entre las últimas hojas alzaba ocasionalmente la vista. Normalmente para mirar la puerta, a veces la ventana. No mostraba nada, ninguna emoción. La única vida interpretable se desencadenaba a lo largo de las páginas de su libro.

Era la hora muerta, pero de la tarde, y su café era lo único que íbamos a cobrar antes de las cuatro. Aun así, me resultaba incómodo tenerla ahí ocupando mesa, su vaso vacío dejado de lado, sin mover un maldito músculo excepto para pasar las páginas y parpadear.

¿Esperaba a alguien? Ni idea. Si acaso esperaba, nadie venía. ¿Quién vendría? Yo desde luego no hubiera querido pasar ni un minuto con una mujer tan fría, una estatua, hermosa sí, pero estatua. Prefiero, ante la dicotomía, a las feas cálidas, una mujer que te envuelva en sus pasiones, aunque no tenga un reflejo digno de maldición.

Me daba escalofríos; como si tuviera demasiado cerca un ángel de muerte. Sólo podía dar las gracias que no me miraba nunca a mí.

Cuando entró para empezar su turno, me dirigí a mi compañera.

--Pregúntala si quiere tomar algo más.

--¿A quién?

--La chica ahí sentada leyendo.

--¿Qué chica?

Miré para señalarla. No había ni chica, ni libro, ni vaso vacío. Sólo un tremendo chirrido de frenos en la calle, un choque metálico, y los primeros gritos.

15/10/10

Una carta vacía, un blanco ausente que revienta de todo lo que queda por escribir entre líneas. Borro las erratas con la sonrisa, y compenso el vacío con una risa naturalmente forzada.

20/3/10

La cara oculta

Espejos ocultos de añicos robados,

ahí, sí,

ahí su cara verás sonriente,

su dientes brillantes,

sus ojos tapados por mares y amares,

la lengua rozando palabras,

más suaves que seda,

cortando diamantes.

Miro buscando reflejos de espejos

robados de añicos ocultos en manos

sagradas sangradas

dotadas de vuelo y duelo.

Me miras, ahí, a mí:

me miro. Me miro contigo en mente,

y duele, te miro y veo un abismo

vacío que nutre el gusano

que roe por dentro lo bueno,

lo malo,

lo mío,

lo tuyo.

21/2/10

Para los que juegan siempre sin saber que empezó el juego.

Y qué más decirte,

que miras buscando

respuestas, hartando

las letras guardando

secretos.

Qué más decirte,

que sabes las letras

que ocultan respuestas

que guardo secretas

hartando.

31/10/09

Y cuando estés de puntillas balanceando sobre el borde del precipicio, piensa bien antes de saltar.

25/5/09

Pesadilla en http://pao.chadwyck.co.uk


Freddy ha vuelto...


Y ya no se conforma con aterrorizar a los chavales de Elm St.

H
a decidido cambiar su imagen...

Y ¿qué, QUÉ, podría ser más terrible que una pesadilla hecha realidad?

Un lingüista.

Viene a por nosotros: los que buscamos artículos de fonética en periodichals archive online...





Más vale que no os durmais delante de la pantalla del ordenador... y si eso pasara, será mejor que os desperteis chillando, porque sino, igual no os despertareis nunca.




Y si no me creeis... comprabadlo en el artículo 183 mediante este enlace:

LA PESADILLA DE PAO

15/5/09

Las ventajas de salir perdiendo


No siendo más que una loca,
cualquier cosa me es posible.
Los únicos límites que conozco
son los que yo me impongo.
Tú, que gozas de cordura,
tienes los límites predeterminados.
Quieras
o
no.

9/5/09

Añicos

Ven.
¡Shhh!
Que te voy a susurrar algo al oído.
¿Porqué?
Pues porque no te lo puedo decir en alto.
Cuando dices las cosas en alto
suenan tan reales
que aunque no lo sean,
lo parecen.
Y yo quiero que esto siga siendo un sueño.
Porque lo llevo soñando mucho tiempo,
y si sucede algo real ahora,
significa que me desperté.
Y todos sabemos
que
los sueños
no
se hacen realidad.


"But I, being poor, have only my dreams;
I have spread my dreams under your feet;
Tread softly because you tread on my dreams."
Yeats.

16/4/09

Awakenings

Quiero soñar que me despierto. Así, cuando reaparece ese monstruo del espejo, y vuelvo a ver esa figura retorcida, deforme, con los dientes afilados y la lengua azul, la piel escamosa, fría y gris, ojos en blanco... cuando la vuelva a ver, podré estar tranquila de que sólo es sueño.

Porque a veces nos despertamos de verdad; nos lavamos la cara en agua fría para quitar el sudor del terror de la pesadilla, y al quitar la toalla de la cara, el monstruo sigue ahí.

Ahí donde siempre estuvo.

Donde debería estar yo.