A veces,
cuando llueve estrellas rojas,
espero.
Pero sólo a veces.
Otras,
exploto:
bombas de mil sabores
y mil colores
y mil olores...
Y se reduce a
gris.
Y odio el gris.
Porque sí.
Porque verde + rojo = gris,
y eso no mola.
Porque acaba siendo insípido,
porque acaba siendo incoloro,
porque acaba perdiendo el olor
entre mil sentimientos sudados.
Huele a pies que andan en círculos
concéntricos
cada día más rápidamente
cuando llueve estrellas rojas,
espero.
Pero sólo a veces.
Otras,
exploto:
bombas de mil sabores
y mil colores
y mil olores...
Y se reduce a
gris.
Y odio el gris.
Porque sí.
Porque verde + rojo = gris,
y eso no mola.
Porque acaba siendo insípido,
porque acaba siendo incoloro,
porque acaba perdiendo el olor
entre mil sentimientos sudados.
Huele a pies que andan en círculos
concéntricos
cada día más rápidamente
que el anterior.
Y cuando espero
-si espero-
pasan los minutos como gusanos gordos
de comer comer y comer...
no pueden más...
no quieren más...
y finalmente
gris.
Y odio el gris.
Y cuando espero
-si espero-
pasan los minutos como gusanos gordos
de comer comer y comer...
no pueden más...
no quieren más...
y finalmente
gris.
Y odio el gris.
2 comentarios:
eiii... ¡espabila! y déjate de mala ostia, que eres inglesa - y además te pones muy fea -. te quiero mucho, señorita. y hoy, sin más, me apetece decírtelo.
renueva el libro! ;-)
muá.
duenda.
y yo a tí...
sino, no hubiera pasado de el que seas capitana de lo incapitaneable!
Un besazo pituzúl!
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